Los anhelos del ser humano pasan por responder a las siguientes preguntas: quién soy,  de dónde vengo  y a dónde voy . Desde tiempos remotos ha asociado estas respuestas con la consecución de la verdadera felicidad. Quizás debamos empezar por quien somos en este momento.  El primer paso es entender que nosotros creamos , a través de los pensamientos y las emociones, la realidad que nos rodea. Es por eso que existen tantas realidades percibidas como sujetos que las perciben. En un plano general, el mismo suceso es interpretado y sentido de diferente forma por distintas personas. En un plano concreto, el estado emocional del sujeto altera la percepción de esa información recibida. Seguidamente se practicará un desapego consciente de la capa de barniz que nos impregna y rodea, una especie de desconexión o renuncia a los prejuicios, las creencias, los pensamientos obsesivos y todo aquello que supone un filtro entre “fuera y adentro”, entre el interior y el exterior, entre la vida y la situación de vida: las relaciones con los familiares , las actividades laborales, las relaciones afectivas son todas ellas situaciones de vida, pero no son yo, estas situaciones le causaran más o menos pesar, mayor o menor satisfacción pero no son su verdadero ser, usted percibe ve sólo la punta del iceberg.  Cambie la forma en la que percibe el mundo físico y cambiara esa percepción y por ende su propia realidad. El cuerpo no contiene a la conciencia sino que es la Conciencia la que contiene al cuerpo, sólo vemos la punta del iceberg. El proceso continua con un ejercicio ya consciente de decisiones responsables, cocreando una realidad con más luz y sabiduría, más coherente con nuestra misión y desde ahí, desde esa posición de ser consciente, que discierne, que se conecta, que comprende su pertenencia a  la naturaleza, la tierra y el cosmos continuar el camino evolutivo. Un ser humano dotado de auténtico poder tiene claridad en sus percepciones y en su pensamiento. La claridad es la percepción de la sabiduría. Es la capacidad de percibir y comprender la ilusión, para después dejarla que continúe con su representación.